Para muchos aficionados las motos de verdad son las de 2T, esas máquinas ingobernables capaces de catapultar al piloto en un abrir y cerrar de ojos. Aunque los grandes fabricantes ya no apuestan por ellas, aún hay quien confía en estas mecánicas. Para muestra la Suter MMX 500.
Se mire por donde se mire, la Suter MMX 500 es toda una moto de Gran Premio de la vieja escuela. Su motor, su chásis, su peso, sus líneas… todo nos recuerda a una verdadera moto de carreras. En cierto modo lo es, porque aunque no hay campeonatos donde pueda participar ha nacido para los circuitos. Desde que se pudo ver por primera vez ha desatado los sueños de miles de aficionados que anhelan tener una. Pero no es tan sencillo como desearlo. Lo primero hay que disponer de unos 100.000 euros (algo más de 100.000 $). Además, se trata de una edición limitada a 100 unidades.
En principio se antoja misión imposible para muchos, pero soñar es gratis. Y cuanto más la mira uno más sueña. Se la pudo ver compitiendo en la Isla de Man y también la hemos visto en otros eventos.
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La realidad es que la Suter MMX 500 es una joya por muchos aspectos. De entrada, su motor es V4, toda una joya que entrega 195 CV. Puede que esta potencia parezca un poco inferior a la que entregan las deportivas actuales, pero hay que tener en cuenta que pesa 127 kilos. Es decir, tiene una relación peso-potencia cercana a las MotoGP.
Además, como sucede con los 2T, su gestión electrónica es justa y hay que tener muchas manos para pilotarla. Para acabar con el apartado del motor, decir que exactamente cubica 576 cc. Con este motor se estima una punta por encima de los 310 km/h.
En cuanto al chasis, está hecho en aluminio y como el carenado recuerdan mucho a la Kawasaki de MotoGP. No obstante, Suter fue su fabricante. El carbono y las marcas «premium» forman parte también de esta preciosidad. Aunque no viene de serie, se puede instalar telemetría 2D, algo muy a tener en cuenta si se le quiere sacar todo el partido. Eso sí, estamos hablando de una moto que está al alcance de muy pocos económicamente y, menos aún, si de pilotaje hablamos.