Mencionar las siglas MT en el mundo de las dos ruedas es hablar de deportividad y agresividad en su máximo esplendor. Pero si subimos la apuesta y hablamos de la MT-10 y a eso le añadimos una potencia de 260 CV, la situación puede ser todavía mucho más brutal. Eso es precisamente lo que tenemos hoy entre manos… ¡una Yamaha MT-10 con turbo!
Hay muchas personas en cualquier ámbito de la vida a las que nada les parece suficiente y ese es el caso de los dos protagonistas de hoy. Hablamos de dos australianos inconformistas y que gracias a eso y su pasión por las motos cruzaron sus caminos. El primero de ellos es Cassidy Glyde, el orgulloso dueño de esta MT-10 y que por culpa de ese inconformismo se vio en la necesidad de recurrir al segundo de ellos, Tom Gilroy.
Tom es el fundador y dueño del taller de preparaciones Purpose Built Moto de Australia. Hasta sus instalaciones llegó esta moto con serios problemas en su motor, después de que Cassidy le montara un turbo y tras un tiempo de uso este dijera basta.
Esta Yamaha MT-10 con turbo puede circular por la calle legalmente
Alguno podría pensar que tras esto, el profesional aconsejaría al dueño de la moto averiada que se dejase de tonterías y que intentase disfrutar de su moto tal y como venía de serie, ya que todos sus componentes están diseñados para esos esfuerzos y prestaciones. Pero nada más lejos de la realidad, es aquí donde las dos inconformidades se unieron y se hicieron más fuertes.
Los chicos del taller, con Tom a la cabeza, propusieron ir todavía más allá en cuanto a potencia se refiere, pero en esta ocasión haciendo las cosas en condiciones. Es decir, buscar el máximo rendimiento posible pero cambiando y adaptando todos los elementos necesarios para que esa potencia no rompiera de nuevo el motor.
Dicho y hecho, el motor de la Yamaha MT-10 se desmontó y en él se encontraron con señales muy claras de sobrecalentamiento y varios agujeros en los pistones, el sobreesfuerzo al que se vieron sometidas estas piezas fue demasiado para ellas. Lo primero que hicieron fue cambiar los tubos del escape, ya que el calor que desprendían se dirigía al motor y sobrecalentaba todo el bloque, incluido el turbo que se había añadido.
A esta Yamaha MT-10 también se le ha fabricado una nueva toma de admisión para optimizar el flujo de aire y tras esto se pusieron en contacto con los chicos de PWR Performance, expertos en piezas de alto rendimiento. Estos fabricaron un intercooler personalizado para la ocasión que se situó en la parte izquierda de la moto. Dentro montaron varios ventiladores extra, para una mejor refrigeración tanto a grandes velocidades como en parado.
El interior de la mecánica recibió muchas piezas reforzadas y personalizadas, como nuevos pistones o bielas, que ahora sí no darían problemas. El escape también se ha sustituido por uno de alto rendimiento y con todo montado, esta bestia fue subida al banco de potencia. Ahí es cuando todo cobró sentido y la inconformidad de estos locos de las motos dio sus frutos, de los 166 CV de fábrica se habían pasado a unos brutales 260 CV.
Según los chicos de Purpose Built Moto, para que esta moto cumpla con las leyes australianas de circulación, el DB killer del escape tiene que estar montado. Por desgracia, eso nos deja en una moto de “tan solo” 230 CV, ¿será suficiente para el bueno de Cassidy?