La pieza que hoy os traemos es una obra única en todo el mundo y que sabemos que a pesar de ello puede ser un poco polémica. Lo que estáis viendo sobre estas líneas se llama The Sprinter y es una creación de Valen Zhou, quien admite que ha sido un proyecto peculiar como pocos.
Valen es un fotógrafo y director de que vive en Milán pero es de origen chino y a pesar de que no es un diseñador de motos profesional, tiene varias unidades realmente interesantes. Una de sus últimas creaciones es The Sprinter, que de un primer vistazo puede generar algo de extrañeza o incluso rechazo. Si no te detienes con calma y la observas es muy probable que pienses que es una moto de desguace que está a piezas o inacabada, pero nada más lejos de la realidad.
El propio creador explica que esta The Sprinter es su primera creación desde cero y que el resultado final es el concepto exacto que tenía en su cabeza, aunque es muy consciente de la peculiaridad de este modelo. Valen sabe perfectamente que es una moto poco práctica y bastante incómoda, pero el objetivo que tenía desde el inicio era construir una moto lo más minimalista posible y en ese sentido nadie puede ponerle un pero.
The Sprinter, ¿locura de su creador o genialidad?
Ahora que nos hemos puesto un poco en contexto podría parecer que de aquí en adelante todo irá cobrando más sentido, aunque puede que no sea así, ya que al desglosar las piezas y componentes de The Sprinter de nuevo nos volveremos un poco locos. Esta pieza podría decirse que es un «Monstruo de Frankentein», ya que mezcla algunas piezas que nada tienen que ver con las motos. El sillín es de bicicleta e incluye su tija y la rueda trasera es la rueda de repuesto de un coche, ambos anclados a un cuadro de una vieja bici de carretera.
Para completar todo el conjunto hay que decir que el manillar y el basculante monobrazo son de manufactura artesanal, al igual que las suspensiones. El músculo lo pone un imponente motor de una antigua Kawasaki KZ250 que otorga a The Sprinter una potencia de 17 CV. En cuanto al frenado tan solo monta un disco de freno trasero que toma prestado de una moto de motocross.
Somos conscientes de que puede no gustar a mucha gente y que es prácticamente “inconducible”, sin embargo, eso no quita nada de mérito al trabajo y a la creatividad que ha demostrado Vallen Zhou con esta pieza. ¿Locura o genialidad?