Como ocurre tantas veces, esta BMW K100 es una de esas motos que son olvidadas varias veces a lo largo de su vida. Eso fue así hasta que su actual dueño se dio por vencido y la puso en manos de profesionales para que le ayudasen a tener la moto de sus sueños que tanto deseaba.
La BMW K100 ha sido una moto que no tuvo demasiado éxito en su época, pero que en los últimos años se ha puesto de moda dentro del mundo de las modificaciones. En este caso concreto hablamos de una K100 de 1984 a la que su dueño, con muchas ganas y cariño, quería darle una segunda oportunidad e intentó restaurarla por su cuenta en su casa. Sin embargo, como casi siempre pasa en estos casos, la falta de recursos y sobre todo tiempo la volvió a dejar aparcada en el garaje.
El dueño la adquirió hace 3 años viendo el auge de la BMW K100 en el mundo de las modificaciones y tenía claro que quería darle una estética cafe racer con aire retro. Pronto se puso manos a la obra, aunque ese ímpetu le duró poco tiempo.
Siendo consciente de sus limitaciones empezó a buscar talleres de modificaciones y tuvo la suerte de que los chicos de Ellaspede, expertos en la K100, eran casi vecinos suyos. Una vez los encontró no tuvo dudas y les llevó su BMW K100 a medio montar junto con varias cajas de recambios. A pesar de que el proyecto estaba empezado, al evaluarlo vieron que antes de ponerse a pedir piezas y montarlas debían hacerle un exhaustivo trabajo de adelgazamiento y electrónica a la moto. No porque estuviera nada en mal estado, sino porque por su amplia experiencia saben que este modelo en concreto tiene exceso de peso y una electrónica extremadamente compleja.
Una transformación que no se limita a lo estético
Primero se centraron en la parte trasera, con un colín minimalista, en el que acoplaron dos tiras de LED bajo una tapa hecha a medida que camufla perfectamente el faro trasero. Además fabricaron un nuevo tapizado del asiento más acorde a la estética de la moto, la cual toma como referencia la combinación del negro y el verde de la parte trasera para usarlo en todo el conjunto.
Aunque el trabajo a nivel estético salta a la vista que es exquisito, a nivel mecánico la BMW K100 también necesitaba una profunda revisión, ya que el gran motor llevaba mucho tiempo parado y había que devolverlo a la vida. Después de desmontarlo por completo fueron actualizados los retenes, las juntas y algunos de los manguitos que tenían varias fugas de líquidos.
En cuanto a la parte ciclo hay que destacar sobre todo la horquilla que han montado para esta ocasión, que es una horquilla invertida heredada de una Suzuki GSXR. Además los colectores del escape se han mantenido, aunque han sido recortados y acoplados a un nuevo silenciador fabricado en acero inoxidable.
Los cambios y los detalles en esta modificación son casi infinitos, pero creemos que es mejor deleitarnos con las imágenes que seguir hablando de ellos. Solo nos queda felicitar a los constructores y al dueño de esta joya de las dos ruedas.