Si estuviésemos en una de las típicas películas americanas de casinos y apuestas y nos situásemos frente a la tan clásica ruleta, podríamos decir esa mítica frase de: todo al negro. Pues bien, ese podría haber sido perfectamente el lema de los diseñadores de la experimentada firma cuando se pusieron delante del “papel en blanco” para comenzar con el diseño de la Moto Guzzi V7 III Stone.
La custom italiana basa su poderosa imagen en el color negro, que domina claramente tanto su diseño como su personalidad. Hacer una moto con un color tan predominante puede ser un riesgo a la hora de que llame la atención o pase totalmente desapercibida, pero los encargados de concebir la Moto Guzzi V7 III Stone apostaron por esta opción y, hay que reconocerlo, la apuesta les salió muy bien. El resultado es una moto sobria y elegante pero con ese toque rebelde que tan buenos resultados da en ese segmento.
Aunque nunca está de más hacerlo con todas las motos, la m es una de esas con las que hay que detenerse y dar un vistazo detallado antes de subirse a ella. Obviamente, lo que más llama la atención de la moto antes de subirse a ella -al margen del doble escape negro con una salida por cada lado- es el motor, la tercera evolución del Twin de Moto Guzzi inventado en 1967. Este motor en V Transversal “small block” es el que caracteriza tanto la estética como el funcionamiento de V7 III Stone y lo hace por dos motivos.
El primero de ellos, el estético, es el que se puede valorar antes de ponerla en marcha. Ver las dos culatas del propulsor asomando una por cada lado de la moto nos lleva a pensar que se trata de una moto mucho mayor. Visualmente, es todo un acierto que ayuda a que la moto gane enteros y sea muy atractiva con la sutil ayuda de los pequeños detalles cromados en las culatas. Siendo un motor de refrigeración por aire, está muy expuesto y gracias a ello, podemos observarlo de manera sencilla.
El segundo de los motivos por los que el motor transversal en V marca el carácter de la V7 III Stone se aprecia en el momento en el que pulsamos el botón de arranque y notamos la primera pistonada que sacude sensiblemente la moto lateralmente. Con sus 744 centímetros cúbicos repartidos entre los dos cilindros, los pistones son de tamaño considerable y su movimiento se siente en forma de un pequeño empuje transversal. Es una sensación que llama mucho la atención sobre todo cuando se está acostumbrado a motores diseñados con otras configuraciones, pero que realmente no afecta de manera significativa a la conducción. Tal vez en algún momento de aceleraciones podamos notarlo en marcha, pero no deja de ser una leve sensación a la que tras unos minutos nos acostumbraremos.
El motor en V Transversal hace que la moto tenga más personalidad manteniendo un rendimiento apropiado y ofreciendo unas cifras más que suficientes para una moto así
Una vez en marcha, los 52 CV de potencia que ofrece el motor son más que suficientes para una conducción relajada y cómoda, con una entrega de potencia muy suave y dosificable a nuestro gusto. Aun así, si en algún momento necesitamos o queremos hacer un uso más vivo, la respuesta también es más que aceptable siempre teniendo en cuenta el tipo de moto sobre el que vamos montados. No podemos esperar unas grandes prestaciones y velocidades, pero no tendremos problema alguno para mantener el ritmo tanto en autopistas como en carreteras convencionales. La caja de cambios mantiene el tipo sin desentonar, permitiendo aprovechar el rango de revoluciones óptimas gracias a sus seis marchas. Igualmente, el embrague desarrolla su función de manera satisfactoria, permitiendo un cambio suave y sin tirones.
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A la hora de afrontar las curvas, el chasis de la V7 III Stone también deja su sello. El bastidor multitubular de doble cuna está fabricado en acero y es sutil y poco visible, pero aporta la solidez necesaria al conjunto. Tanto en autopista como en carreteras más reviradas, la Moto Guzzi se desenvuelve bien, siendo estable. Tal vez su punto menos fuerte sea el de su uso en ciudad, donde los giros cerrados se complican un poco más como es lógico por el tipo de moto que es. Su peso en orden de marcha es de 209 kg, un peso que sin ser ligero tampoco es muy elevado y que quitando la maniobra en parado, no se siente excesivo en ningún momento.
La V7 III Stone funciona de manera suave, incitando a llevarla de manera fluida y con una conducción cómoda y relajada
A conseguir esa buena estabilidad también contribuyen las suspensiones, compuestas por una horquilla telescópica delantera convencional de 40 milímetros de diámetro y con un recorrido de 93 milímetros y un doble amortiguador trasero con anclajes en el extremo del basculante y en el subchasis y cuya precarga puede ser ajustada. Cabe destacar también que la V7 III Stone no equipa kit de arrastre convencional, transmitiendo el movimiento a la rueda trasera a través de un sistema de cardan.
Para detener sus 209 kg de peso, la V7 III Stone confía en un único disco delantero de 320 mm de diámetro y en un disco trasero de 260 mm. Mientras que el tren delantero cuenta con una pinza Brembo de cuatro pistones, el trasero lo hace con una de dos pistones. Este campo es uno de los que a nuestro criterio, podría ser algo mejor, ya que aunque la frenada es correcta y el tacto de la bomba de freno no es malo, un poco más de potencia se agradecería. En cualquier caso, gracias al ABS de doble canal que incorpora la moto italiana la seguridad está siempre presente, dándonos confianza para hacer más fuerza sobre la maneta sin miedo a bloquear la rueda y perder el control.
Precisamente para conseguir la mayor seguridad posible, en Moto Guzzi decidieron equipar a su custom con un control de tracción con dos configuraciones posibles y desconectable. Lo cierto es que en una conducción normal y con la potencia que ofrece el motor, para que deslice el neumático trasero en aceleración hay que hacer las cosas muy mal, pero siempre es positivo que el MGCT (Moto Guzzi Controllo Trazione) esté ahí para salvar la situación. Sus dos configuraciones se pueden seleccionar desde la piña izquierda, pero no se puede hacer de una forma sencilla e intuitiva por lo que se debe hacer en parado.
El corte y el espíritu clásico de la V7 III Stone se combina con innovaciones tecnológicas como el ABS de dos canales, el sistema Control de Tracción o el faro delantero LED
Tal vez el plano del equipamiento no sea todo lo extenso que muchos querrían, pero no debemos perder de vista que la V7 III Stone es una moto que busca la sencillez. Ese es uno de los principios que los diseñadores de la firma transalpina siguieron a la hora de colocar su discreto cuadro de instrumentos, que combina la parte analógica con una pequeña pantalla digital y que tiene en frente el faro delantero de tipo LED con una estética moderna.
En definitiva, la Moto Guzzi V7 III Stone es una moto de corte clásico, sobrio y elegante muy capaz de hacernos disfrutar de manera muy cómoda y suave de un buen paseo en moto, siguiendo los principios más fundamentales de las motos custom.
Casco: Scorpion EXO-2000 EVO
Moto cedida por: Motos Ceni