La lluvia es uno de los peores enemigos con el que tiene que convivir un motero en su día a día. Ya de por sí ir en moto es más peligroso que en otros vehículos, conducir con lluvia incrementa ese peligro.
El conducir con lluvia implica extremar las precauciones al máximo, ya que no suele ser sólo la lluvia el problema. La lluvia suele venir acompañada de temperaturas más bajas y muchas veces rachas de viento.
Ante estas condiciones adversas tenemos que estar seguros que la moto está en perfectas condiciones de mantenimiento. Poniendo especial atención en el estado de los neumáticos. Nuestra equipación y protecciones deben ser las adecuadas y siempre adaptar nuestra velocidad a las condiciones. Manteniendo una mayor distancia de seguridad para evitar posibles imprevistos.
Al conducir con lluvia la adherencia se puede reducir en un 50% aproximadamente respecto a condiciones de seco. Uno de los momentos más críticos es cuando empiezan a caer las primeras gotas. Es cuando junto con la suciedad del asfalto se crea una fina capa muy resbaladiza casi imperceptible a la vista. El conocido aquaplanning es otro de los problemas de la lluvia. Lo mejor es intentar evitar los charcos, pero si no se puede has de pasarlos a una velocidad constante y lo más rectos posibles. Pero sobretodo no tocar el freno, por mucho que nuestro instinto nos diga lo contrario. Y otro consejo muy a tener en cuenta es intentar evitar en la medida de lo posible la pintura de las señalizaciones del suelo.
Y por supuesto al igual que pasa con cualquier condición climatológicamente adversa siempre hay que tener en cuenta la opción de parar. Si las cosas se ponen serias de verdad es la mejor opción de todas, descansar hasta que todo mejore y retomar la marcha un poco más tarde.