Que seas el fabricante del fusil de asalto más famoso del mundo no quiere decir que no puedas divertirte fabricando motos. Ese es el concepto que ha dado lugar al nacimiento de la moto Kalashnikov, una de las primeras motos eléctricas rusas.
La tecnología eléctrica está llegando incluso a Rusia, donde Kalashnikov, una de las mayores empresas armamentísticas de Europa, está metiéndose de lleno en el mercado de los electrones. Si hace unos meses ya dejó ver su modelo de coche eléctrico de estilo retro, en estos días han sorprendido de nuevo. Al fin y al cabo, no todos los días se encuentra una moto Kalashnikov. Y menos aún eléctrica…
Esta nueva apuesta rusa es doble, ya que cuenta con dos modelos de motos eléctricas. El primero de los modelos, el SM-1, es de uso militar. Esto lleva a esta versión a ser mucho menos sofisticada y a tener una estética mucho más simple. Concebida para prestar servicio en el ejército, la SM-1 no destaca realmente en ninguno de sus apartados y no es demasiado novedosa.
Sin embargo, la SM-1 no viene sola. Su hermana, la UM-1, es una moto que compartiendo buena parte de la base, destaca mucho más. Estéticamente, es una moto que recuerda mucho a las motos de trail. Sin embargo, en vez de depósitos de gasolina extras lleva baterías para poder aguantar 150 km sin recargarse a una velocidad máxima de 100 km/h.
El motor da una potencia de 15 kW, siendo un propulsor refrigerado por agua y sin escobillas. El peso mínimo es de 165 kg, por lo que se sitúa en la parte baja del ranking frente a sus competidoras. Y eso a pesar de contar con baterías de litio. La suspensión trasera es un monoamortiguador, mientras que en el tren delantero cuenta con una horquilla telescópica en ambas versiones.